LA BAILARINA
En ella se puede
observar a una chica girando ¿hacia la izquierda? ¿hacia la derecha? Ahí radica
lo sorprendente: gira hacia ambos lados y depende del observador que gire hacia
uno u otro lado. Es más, con un poco de práctica se puede conseguir que gire
hacia en el sentido que nosotros queramos y cuando queramos. Solamente hay que
aprovechar el momento oportuno para “ordenarle” que cambie la orientación del
giro.
Al ver la imagen por
primera vez la observamos girar en un sentido. Ahora es difícil que gire en
otro la próxima vez que la veamos: hemos asimilado un sentido y así la veremos
siempre, a no ser que podamos forzar el cambio.
Para ello se han de
seguir unas sencillas instrucciones:
1. Ser consciente de por qué gira de una manera u otra. ¿Qué pierna
tiene levantada? Si has interpretado que es la izquierda, la muchacha gira
hacia la izquierda, es decir, al contrario que las manecillas del reloj. Si has
interpretado que es la derecha, gira hacia la derecha, es decir, en el mismo
sentido que las manecillas del reloj.
2. Aprovechar los momentos de ambigüedad. Cuando la imagen presenta una
situación indefinida en la que una pierna puede ser tanto la derecha como la
izquierda.
3. Forzar la interpretación. Cuando se den esas situaciones obligarnos a
interpretar que la pierna izquierda es la derecha y viceversa. Para ello
suele dar buen resultado mirar el talón de la pierna levantada y tratar de ver
que la pierna dibuja la trayectoria de un semicírculo, no de una vuelta
completa, como si rebotara al alcanzar en el punto máximo de la izquierda o de
la derecha.
Suerte, no es fácil de
conseguir la primera vez. Pero es gratificante luego hacerla girar a voluntad.
Veamos ahora la
explicación de fenómeno y, de paso, a qué nos referíamos en los puntos
anteriores con lo de situación ambigua.
Cuando vemos una imagen
ambigua o indefinida, nuestro cerebro interpreta la información de acuerdo a la
almacenada en nuestra memoria y le da un significado que tenga sentido. Aunque
si nos obligamos a pensar en otra cosa, la interpretación puede cambiar. Por
ejemplo, en la imagen siguiente:
¿Hacia dónde mira el caballo? ¿Hacia
adelante? ¿Hacia atrás? Esta imagen se puede interpretar de dos maneras por su
ambigüedad, por la falta de puntos de referencia como alguna sombra u otro
detalle.


Una vez hemos asimilado
las dos opciones que nos propone la imagen, somos capaces de ver una u otra
interpretación a voluntad.
Lo mismo funciona para
la ilusión óptica propuesta, solo que se le añade movimiento.