sábado, 16 de febrero de 2013


LA BAILARINA




En ella se puede observar a una chica girando ¿hacia la izquierda? ¿hacia la derecha? Ahí radica lo sorprendente: gira hacia ambos lados y depende del observador que gire hacia uno u otro lado. Es más, con un poco de práctica se puede conseguir que gire hacia en el sentido que nosotros queramos y cuando queramos. Solamente hay que aprovechar el momento oportuno para “ordenarle” que cambie la orientación del giro.
Al ver la imagen por primera vez la observamos girar en un sentido. Ahora es difícil que gire en otro la próxima vez que la veamos: hemos asimilado un sentido y así la veremos siempre, a no ser que podamos forzar el cambio.
Para ello se han de seguir unas sencillas instrucciones:
1.    Ser consciente de por qué gira de una manera u otra. ¿Qué pierna tiene levantada? Si has interpretado que es la izquierda, la muchacha gira hacia la izquierda, es decir, al contrario que las manecillas del reloj. Si has interpretado que es la derecha, gira hacia la derecha, es decir, en el mismo sentido que las manecillas del reloj.
2.    Aprovechar los momentos de ambigüedad. Cuando la imagen presenta una situación indefinida en la que una pierna puede ser tanto la derecha como la izquierda.
3.    Forzar la interpretación. Cuando se den esas situaciones obligarnos a interpretar que la pierna izquierda es la derecha y viceversa. Para ello suele dar buen resultado mirar el talón de la pierna levantada y tratar de ver que la pierna dibuja la trayectoria de un semicírculo, no de una vuelta completa, como si rebotara al alcanzar en el punto máximo de la izquierda o de la derecha.
Suerte, no es fácil de conseguir la primera vez. Pero es gratificante luego hacerla girar a voluntad.
Veamos ahora la explicación de fenómeno y, de paso, a qué nos referíamos en los puntos anteriores con lo de situación ambigua.
Cuando vemos una imagen ambigua o indefinida, nuestro cerebro interpreta la información de acuerdo a la almacenada en nuestra memoria y le da un significado que tenga sentido. Aunque si nos obligamos a pensar en otra cosa, la interpretación puede cambiar. Por ejemplo, en la imagen siguiente:     

¿Hacia dónde mira el caballo? ¿Hacia adelante? ¿Hacia atrás? Esta imagen se puede interpretar de dos maneras por su ambigüedad, por la falta de puntos de referencia como alguna sombra u otro detalle.
                                              

Una vez hemos asimilado las dos opciones que nos propone la imagen, somos capaces de ver una u otra interpretación a voluntad.
Lo mismo funciona para la ilusión óptica propuesta, solo que se le añade movimiento.




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